Vivir las tensiones entre el arraigo y el desarraigo, ha sido la realidad de gran parte de la población rural en Colombia.

Es fundamental pensar la relación con el terruño en nuestro país,
debido a que el desplazamiento forzado ha sido uno de los fenómenos sociales más recurrentes en gran parte de su historia.
Por tanto, resultan esenciales los cuestionamientos alrededor del
hogar, el habitar y los vínculos emocionales con el entorno.

Por esta razón, me ha interesado ahondar, por medio de instalaciones artísticas, en algunos cuestionamientos relacionados con la forma en la que los seres humanos construimos vínculos
con el territorio y cómo se ven modicados en contextos de guerra. A través de distintos medios como el sonido, la fotografía y la escultura, concibo la creación artística como un tejido que vincula las memorias colectivas. Dichas memorias no están limitadas a
contextos violentos, también apelan a relatos desde lugares de enuciación como la infancia y el campo.